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¿Qué nombra la poesía en un poema de Víctor Fuenmayor?

¿Qué nombra la poesía en un poema de Víctor Fuenmayor?

Paola Alzuru
UCAB. Caracas

     Octavio Paz se hace una pregunta con respecto a la experiencia poética. Al plantearnos la duda de qué nombra la poesía, ya damos por hecho que el primer elemento conformante de un poema no es principalmente su significado o su referente, sino las palabras que lo estructuran. Sin duda es cierto que no toda poema reposa su experiencia neta en la palabra, porque a veces es necesario cierto bagaje para dilucidarlo; pero aun así todo poema está formado de palabras, por lo cual es posible quedarse en ese plano de los términos para permitir que el poema se explique a sí mismo a través de sus verbos, conjunciones o adjetivos.

     En un poema mínimo como el III de una antología de Víctor Fuenmayor, poeta venezolano, el acercamiento por el mero uso de la palabra es más vasto. De hecho, Fuenmayor se ha dejado influenciar lo suficiente por Octavio Paz como para dejar que el título de dicha compilación, Beber de la sombra, sea una referencia a un verso de Paz.

     Aprovecho para citar el poema III en su totalidad pues son cuatro versos cortos: “/Cuando los labios/se queman por nombrarte/se alumbra el abismo/ que me atrae”.

     Desde la inclusión del verbo “nombrar”, el poema de Fuenmayor ya retrotrae a este concepto de Paz sobre el uso primigenio de la palabra, que es la de su inclusión en el texto por su valor entero, no por su valor de significado y no porque haga referencia a algo. Si volvemos al primer verso, notamos que la voz poética dice “los labios”, no “mis labios”, que pudo haber tenido lugar, puesto a que ya el verbo “nombrar” tiene el enclítico para referirse a una segunda persona, y el último verso posee este “me” que se refiere a una primera. El haber puesto solo “los labios” es significativo, porque no se nos hace referencia a unos labios en específico, sino que está la idea de los labios. De esta manera se hace más evidente la intención de ver la palabra puesta allí, sea desde la forma de las letras hasta su sonoridad.

     Estos labios se queman al realizar el ejercicio del nombramiento: la sola palabra tiene ese poder abrasador. A su vez, esa sola palabra, el nombre, por su poder abrasador, tiene la cualidad de alumbrar un abismo. Hay un segmento en el cuestionamiento de Paz que dice que “el poeta moderno no dice al mundo, sino a la Palabra que conforma al mundo”. Es decir, hay una loa al nombre por su poder abrasador al salir de los labios, y por poder alumbrar un abismo que atrae a quien lo mira, sea cual sea la índole de este. Es este mismo nombre quemante el que conforma al mundo, o parte de este.

     Además, ese “cuando” que inicia al poema nos indica que esta conformación del mundo a través de la palabra es un proceso que constantemente se está dando. Cada vez que el nombre quema los labios, se está formando la lumbre, se está formando el abismo y se forma la atracción que ejerce el abismo hacia la voz lírica.  

     De esta manera, vemos como el postulado de Paz se materializa en las palabras de este poema de Fuenmayor, en su forma. Ahora bien, también en el fondo hay una dinámica parecida cuando sale a relucir el verbo “nombrarte”, por lo que el poder formador de la palabra no solo se está dando allí por su estadía en el poema, sino que también en su fondo y significado. “Nombrarte” está formando a quien lee, porque se refiere a una segunda persona; mas esta no es la protagonista en el poema. Tampoco lo es la voz lírica, ni los labios ni el abismo. Tan solo el acto de nombrar es el principal.

Autor
Primeras Letras

Iniciativa que busca promover el trabajo de jóvenes autores.  En alianza con CIFH y la Escuela de Letras de la UCAB

Primeras Letras

Iniciativa que busca promover el trabajo de jóvenes autores.  En alianza con CIFH y la Escuela de Letras de la UCAB

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