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La rebelión de las masas

La rebelión de las masas

Antonella Pedota Valdivieso
CEU San Pablo. Madrid.

     En el trabajo La Rebelión de las Masas el filósofo español José Ortega y Gasset explica una idea divisoria del hombre que se asienta en la época de la modernidad y perdura hasta la posmodernidad, nombre con el que conocemos el hoy. En el siguiente ensayo resumiré brevemente el pensamiento que Ortega y Gasset traza en el texto dado y señalaré aquellas ideas relevantes basándome en el pensamiento generalizado de la actualidad y relacionándolas con la función de los medios de comunicación hoy en día; todo esto acompañado de una reflexión personal acerca de estas ideas y cómo se representan en nuestro día a día.

El hecho de las aglomeraciones

     Ortega comienza haciendo una división del hombre y explicando porqué estos opuestos se excluyen (aquí se puede apreciar la influencia de la lucha de clases marxista: la historia avanza porque hay dos fuerzas que están en constante conflicto). Estos serían: la masa y la minoría selecta.

     Para Ortega, la masa es aquel hombre conformista que encuentra comodidad en simplemente existir y no busca mejorar su capacidad intelectual o conocimiento. Por estos elementos que caracterizan al hombre-masa, Ortega considera que el Estado se encuentra en crisis cuando este hombre toma el poder, ya que no busca una mejora ni una evolución. Él mismo menciona la creación de una hiperdemocracia en la que reina una libertad sin límites (yo lo denominaría libertinaje). La democracia se pierde cuando el hombre-masa gobierna porque no sabe manejar de manera comedida tanto poder.

     En el polo opuesto Ortega describe, y alaba, al hombre perteneciente a una minoría exclusiva. Los individuos que componen este grupo se exigen a sí mismos para ir más allá y diferenciarse del resto de personas con su intelecto y su afán por desarrollar su entorno. Este aspecto se puede ver muy bien reflejado en la filosofía que plantea Ortega. Esta se basa en que la vida es una realidad radical que liga al individuo con el mundo (“Yo soy yo y mi circunstancia; y si no la salvo a ella no me salvo yo”), el cual se crea gracias a los proyectos personales y las maneras en las que el hombre busca potenciar al máximo su situación de vida inicial. Este hombre, según Ortega, es el que debería gobernar porque nunca va a parar de intentar mejorar su circunstancia y la de los que lo rodean.

     Es por esta razón por la cual Ortega tacha como un problema la toma de poder del hombre-masa. Poco a poco la línea que separa a la minoría inconforme de los que se enorgullecen de su vulgaridad y simplismo se va desvaneciendo, haciendo que se vaya deteriorando paulatinamente los estándares académicos y la importancia de la individualidad y el espacio. Hoy en día podemos encontrar que este paso se ha dado y, como predijo Ortega, nos ha dejado con una crisis que afecta a las democracias actuales. Hoy en día la masa es consciente de su estado de ignorancia y busca desesperadamente factores diferenciadores. Por ejemplo, ahora criticamos el modelo de belleza eurocéntrico exaltando el de las culturas “exóticas” (véase esto en la famosa práctica del auto bronceado y los lip fillers, por ejemplo) y denominamos woke aquellas personas que creen ver con claridad las herramientas de manipulación que utilizan los políticos para controlar a las masas a través de los medios de comunicación. La masa ha tomado el poder y considero que esta libertad desmesurada ha desarrollado un pánico en la sociedad que ha tenido como consecuencia la vuelta al encasillamiento, no como una obligación, sino como opción preferida.

Comienza la disección del hombre-masa

     En este capítulo, Ortega contextualiza al lector describiendo el ambiente de desarrollo que da origen a este hombre-masa. Aunque la idea de Estado-Nación que caracteriza a la sociedad de masas tiene su inicio en la Revolución Francesa, la creación del hombre masa inicia desde el siglo XIX. Comienza en ese entonces la Revolución Industrial que alentó al éxodo rural, haciendo que muchos aldeanos se mudasen del campo a la ciudad para conseguir trabajo. La explotación de la clase obrera en estas industrias resulta en la búsqueda de derechos laborales y vitales. Comenta Ortega que el desprendimiento de la idea de que la vida era una carga (“trabajar para vivir”) y el apego a la búsqueda de calidad de vida como un derecho, y no un lujo, hizo que se crease una movilidad dentro de la sociedad y la economía. Esto es lo que llevó al hombre a ser ingrato y descuidado. Resulta, que anteriormente para el ciudadano común la vida era sinónimo de limitación debido a las dificultades y la pobreza. Esto cambia cuando el mundo, gracias a los avances tecnológicos (la implantación de la investigación científica y el industrialismo del siglo XIX), incita al consumo y la prosperidad del mañana. Esta idea distorsionó la visión de la masa, quienes empezaron a creer que la organización material y social era natural (así como, por ejemplo, no estamos agradecidos con el sol por salir cada mañana porque se supone que así deber ser) y comenzaron a ser desagradecidos y a sentirse superiores. Esta superioridad de la que comienzan a sufrir hace que no busquen apoyo en los demás y rechacen la mejora personal.

     En la actualidad, el representante del “niño mimado” de Ortega es la Generación Millennial. Sus individuos son conocidos en la cultura de masas (también llamada pop culture) por usar la tarjeta del privilegio racial, quejarse por la situación actual laboral (sin realmente hacer nada al respecto, mas que seguir el orden predispuesto) y tener un fuerte sentido de auto-derecho, es decir, una falsa sensación de que se merecen algo de forma inherente a pesar de no haber hecho nada para ganárselo.

El “señorito satisfecho”

     En el siguiente capítulo Ortega habla una evolución del “niño mimado”. La consecuencia de que el hombre vulgar domine el mundo es una cadena de decadencia: la idea de la vida fácil y sin límites lleva a que el individuo tenga un falso sentido de triunfo, lo que le hace pensar que hace todo bien y no pone en tela de juicio su moral e intelecto; al reconocer su opinión como suprema rechaza el análisis de los demás e interviene en toda materia a través de la acción directa, es decir, sin reflexionar sobre sus creencias, siendo arrastrado por una corriente que lideran otros. Aquí entra el concepto de “hombre-masa disfrazado”: un líder de la masa se disfraza de élite y hace una falsa promesa de mejora. Esto lo podemos identificar con facilidad en muchas figuras políticas de izquierda.

     El “niño mimado” crece para, tan solo, representar la implantación del siglo XIX (ya que carece de impulso para evolucionar su persona y su entorno) ya que cree que la abundancia de medios facilita su existencia. Ortega cree lo contrario, en sus propias palabras: “la vida humana surge y progresa cuando los medios se balancean con los problemas que tiene”. El “señorito satisfecho” no se preocupa por los problemas porque está rodeado de una superabundancia y tiene una visión positiva de la modernidad; en su mundo no existe la posibilidad de la “no posibilidad”.

Se desemboca en la verdadera cuestión

     Finalmente, en el último apartado del texto, Ortega dibuja la crisis como un conflicto entre dos morales o civilizaciones. Nos dice que el hombre-masa ha tomado el poder y ha enjuagado a la sociedad de su moralidad y sentido del deber.

     Esta puede ser una de las razones por las que nuestra cultura celebra tanto la juventud. Los medios de comunicación han infundido en la sociedad a lo largo de los años una obsesión por mantenernos jóvenes, vivir la vida al máximo (el famoso carpe diem) y despreocuparnos del deber. Cuando se es joven la impulsividad y deseo toman las riendas de las decisiones que se toman, dejando a un lado el raciocinio y la moral. Es en este punto que encontramos evidencia de que Ortega tenía razón; la sociedad de masas lleva a una comodidad insana que bloquea el desarrollo personal de los individuos, afectando su entorno. Se entiende entonces el objetivo de los medios de comunicación; como George Orwell nos sugiere en su famosa obra 1984, las pantallas adormecen y venden una realidad segura o con planes a futuro prósperos. El hombre-masa permanece comfortably numb. La minoría exclusiva se escandaliza.

Conclusión

     Para concluir, me gustaría añadir que yo, personalmente, estoy de acuerdo con una gran parte de la filosofía de Ortega y Gasset y eso pudo haberse manifestado en el ensayo. Me apasiona la sociología y al leer a Ortega vi reflejados muchos aspectos de la vida en la actualidad. Como una joven inmersa en la cultura de masas he intentado aportar a este ensayo una visión abierta y crítica de los problemas que la Generación Z, mi generación, está queriendo abordar y solucionar; intentando, curiosamente, resolverlos volviendo a la idea perdida, que tanto echa Ortega de menos, de cuestionar todo lo que se ha hecho hasta ahora y analizarlo para mejorar nuestra persona y su circunstancia.

Autor
Primeras Letras

Iniciativa que busca promover el trabajo de jóvenes autores.  En alianza con CIFH y la Escuela de Letras de la UCAB

Primeras Letras

Iniciativa que busca promover el trabajo de jóvenes autores.  En alianza con CIFH y la Escuela de Letras de la UCAB

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