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“El artista del hambre, el espectador y el dueño del circo”

“El artista del hambre,
el espectador y el dueño del circo”

En 1922 Franz Kafka escribió “Ein Hungerkünstler” (Un artista del hambre) relato corto, publicado en 1926 después de su muerte en 1924. Un artista ayunador que trabaja en un circo, muere de hambre, solitario y encerrado en una jaula. Ignorado por el público, que indiferente caminaba a su alrededor y lo veía famélico, mientras curiosamente era vigilado por un carnicero, que era el garante de su inanición. No fue hasta que uno de los administradores del circo se acercó y le preguntó: -sigues pasando hambre-, a lo que este respondió: -como nunca he encontrado una comida que me guste, me es fácil dejar de comer-, este moriría después de pronunciar estas palabras.

Morir de hambre en el siglo XXI parece una paradoja, algo sacado de una novela distópica, escrita por Orwell, Huxley o Bradbury. Pero no, todavía el hombre sigue insistiendo en sacrificar a sus ciudadanos para demostrar ideales que parecieran ser mayores a la vida misma. El HOLODOMOR de Stalin mató de hambre a 3 millones y tanto de ucranianos (algo que pareciera repetirse ahora con Putin) la historia es circular desgraciadamente. En China murieron alrededor de 15 millones de personas. En la extinta Unión Soviética unas 12 millones más, murieron de hambre, gracias a ensayos políticos y económicos, aplicados los últimos 20 años en Venezuela, donde jamás sabremos el número exacto de ciudadanos que han muerto de hambre. En “EL Hambre” (2014) Anagrama, el escritor argentino Martín Caparros, señala: “Conocemos el hambre, estamos acostumbrados al hambre: sentimos hambre dos, tres veces al día. No hay nada más frecuente, más constante, más presente en nuestras vidas que el hambre y, al mismo tiempo, para la mayoría de nosotros, nada más lejos que el hambre verdadera”. El hambre es soledad, es abandono. Morir de hambre, aunque suene a un ataque de soberbia, esconde en estos momentos un sin equívoco signo de dignidad, de lucha, de protesta, de desigualdad. Lamentablemente el hambre también es poder, es estrategia, es estética, es un fin en sí.  Suena contradictorio que en un país que se ha vendido como rico, como una “potencia económica” esté matando de hambre a sus ciudadanos. Pesa, duele, desconcierta, responsabiliza: “ahora el hambre es de todos”.

En otro fragmento, Caparrós interpela al lector: “Entre tantas preguntas que me hago, que este libro se hace, hay una que sobresale, que repica, que sin cesar me apremia: ¿Cómo carajo conseguimos vivir sabiendo que pasan estas cosas? El espectador del hambre, que es básicamente su mismo creador, en una mezcla de comedia y tragedia, espera la muerte como último y celebrado acto. Este «espectáculo de hambre», nuestro circo, descrito por Kafka, comenzó en el 2010 con Franklin Brito y Dios quiera que haya terminado con Silvia y Rafael (dos hermanos encontrados muertos de hambre en Caracas) o con Ysabella y Pedro (profesores encontrados, ella muerta y Él con severas condiciones de deshidratación en la ciudad Mérida) que en paz descansen. Venezuela es una paradoja de texturas, de grises, de extremos que se tocan. Según sondeos un tercio de la población, alrededor de 9,3 millones de personas enfrenta dificultades de acceso a los alimentos, sufre de desnutrición o pasa hambre. Para el 2021, Venezuela estaba dentro de los 20 países con mayor riesgo de agravar el hambre entre su población, según la FAO y la PMA de la ONU. Paradójicamente, se calcula que, para el primer semestre del año 2022, abrirán unos 80 restaurantes en la ciudad de Caracas. El artista del hambre, el espectador y el dueño del circo.

Autor
Oswaldo Páez

Arquitecto. Restaurador, curador musical, galerista germinal, librero incipiente. Creador de mitos urbanos, reestructurador de ruinas circulares, conceptualista. "Dice Juan Villoro que imaginar, hoy en día, es un acto de disidencia". Pronto entenderemos el momento único de reconstrucción que estamos viviendo. Hay que tener mucha civilidad ante la barbarie, cada quien lucha desde su espacio de resistencia. “Mi tarea es creer que me estoy distanciando de la muerte” Salvador Garmendia. 

Oswaldo Páez

Arquitecto. Restaurador, curador musical, galerista germinal, librero incipiente. Creador de mitos urbanos, reestructurador de ruinas circulares, conceptualista. "Dice Juan Villoro que imaginar, hoy en día, es un acto de disidencia". Pronto entenderemos el momento único de reconstrucción que estamos viviendo. Hay que tener mucha civilidad ante la barbarie, cada quien lucha desde su espacio de resistencia. “Mi tarea es creer que me estoy distanciando de la muerte” Salvador Garmendia. 

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